El Colegio Electoral: una reliquia polémica
La democracia imperfecta

HOME

Estados Unidos: el sistema electoral se tambalea
La democracia imperfecta

Héctor Magaña Vargas

La democracia como todo concepto presenta diversas acepciones y de todas ellas un elemento central: el ejercicio de la voluntad popular.
 
El reciente proceso electoral estadounidense ha carecido precisamente de esta cualidad respecto a la decisión del electorado.  Los sufragantes se pronunciaron por un candidato, y el poder judicial y el Tribunal Supremo decidieron finalmente por todo el pueblo e impusieron sin tener la total confirmación de todos los datos, sin esperar el recuento total, a George W. Bush como el presidente de los Estados Unidos.
 
Bajo estas circunstancias es comprensible que más de la mitad de los empadronados se hayan manifestado por la abstención.  No están de acuerdo con el proceso ni con los candidatos presidenciales, expresiones evidentes de una actitud de apatía política.  Los votos de la mayoría ciudadana no contaron; se impuso una decisión final de unos cuantos y definitivamente el que logró la mayor cantidad de sufragios no ganó
 
¿Cuáles podrían ser algunas de las principales enseñanzas de este proceso electoral?
 
1.  La democracia imperfecta en los Estados Unidos.  El resquebrajamiento de la supuesta democracia perfecta, los paladines de la justicia y la ley se han convertido en auténticos usurpadores de poder al imponer, sin tener todas las evidencias fehacientes, al ganador del proceso electoral.  El próximo presidente será un usurpador y con el paso del tiempo sabremos si ganó Bush.  El ideal de la democracia indirecta como una forma de tomar en cuenta a los estados y cada uno de ellos sumar votos no parece ser un mecanismo que permita acercarnos a la voluntad del pueblo.  En casi todo el mundo se considera que el voto directo es una manifestacion de qué quiere la ciudadanía, por cuál opción política se inclina en su conjunto, no en sus partes.  Puede ser que la democracia "a la gringa" le resulte atractivo a muchos estadounidenses; empero, dista mucho de ser la democracia perfecta que en todas partes se pregona.
 
2.  El pueblo estadounidense se ha convertido en un rehén de los medios.  El "cuarto poder" manejó la información según sus preferencias políticas, primero dando como ganador a uno y luego el otro.  Los medios, una vez más, nos confirman la tesis de ser unos manipuldores de opinión.  Los medios tal parece que cayeron en el desconcierto y a la falta de información verídica, confiable y certera, optaron por su inclinación política-ideológica y decidieron apoyar uno de los contendientes.
 
3. El sistema democrático estadounidense se encuentra en entredicho.  La supuesta democracia perfecta ha sido serveramente cuestionada.  El sistema de elección indirecta no ha funcionado como se esperaba y finalmente el voto popular, el sufragio de los electores, la decision de quién será el próximio presidente de los Estados Unidos, no fue producto de la voluntad del pueblo; ha sido una imposición del Tribunal Supremo.  En fin, el propio sistema se calificó, se convalidó y sancionó todo el proceso electoral.
 
4.  ¿Dónde estaba el ejército de observadores electorales del ex presidente Carter, cuya contribución a la democracia del planeta es precisamente el ser una voz cantante decisiva en algunos procesos electorales como el nicaraguense, convalidando la derrota de los sandinistas, el reciente de Perú que precisamente y no obstante todo el proceso de fraude, se esperó hasta el final para emitir una tibia condena al "fujimorazo"?  ¿Dónde estaban todas las organizaciones internacionales como la OEA que en elecciones de otros países inmediatamente se manifiesta, pero en éste brilló por su ausencia?
 
5.  En muchas partes del mundo ya funciona con resultados diversos la ciudadanización del proceso y la calificación electoral.  Pero en los EE.UU. aún prevalecen arcaícos métodos para sufragar y calificar el proceso electoral.  Es el momento de cuestionar severamente las reglas del juego.  El pueblo estadounidense debiera preguntarse si este método asegura una genuina y auténtica democracia o si es necesario modificar todo el proceso de elección.  Ellos tienen la última palabra.
 
6.  Finalmente, nuestra opinión sobre este proceso electoral es parte ineludible del del debate incesante en el devenir americano.  Por ello es que nos atrevemos a emitir nuestra visión de lo que sucedió en la nación de la "democracia perfecta".
enero de 2001